El Corazón de Jesús en la Oración
- Paulina Rodriguez

- 15 sept
- 2 Min. de lectura
"Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste." Juan 17:21
Jesús compartió tres años con sus discípulos y los amaba profundamente. Cuando se acercaba su muerte, tomó tiempo para orar por ellos.
La noche antes de su crucifixión, abrió su corazón al Padre en una de las oraciones más bellas y profundas de toda la Escritura (Juan 17). No fue una oración marcada por el miedo ni la desesperanza, sino por amor, misericordia y visión. Allí descubrimos lo que era más importante para Jesús antes de la cruz, y también encontramos un modelo para nuestras propias oraciones como padres, líderes y mentores.
Jesús intercedió por sus discípulos, pero también por todos los futuros creyentes. En otras palabras, pensó en nosotros, en nuestras familias y en nuestros hijos. Ese amor sin límites sostuvo su oración. De la misma manera, nuestro amor debe impulsarnos a interceder constantemente, aun en medio del cansancio, las pruebas o las debilidades de quienes amamos.
Jesús no solo pidió al Padre protección para sus discípulos, sino también unidad, santificación y que reflejaran la gloria de Dios. Su oración tenía una visión eterna. Así también, nuestras oraciones deben ir más allá de lo inmediato: no solo pedir provisión, sino clamar para que nuestros hijos y familias vivan en el propósito de Dios y reflejen la vida de Cristo en este mundo.
La cruz estaba a pocas horas de distancia, y aun así, Jesús no dejó de orar. En medio del dolor y la presión, su corazón permaneció en intercesión. Su ejemplo nos recuerda que la oración nunca debe detenerse, aun en los momentos más difíciles. Como familias, necesitamos perseverar en la oración, confiando en que Dios escucha y obra aun cuando no vemos resultados inmediatos.
El corazón de Jesús en Juan 17 nos inspira a orar con amor que sostiene, visión que trasciende y perseverancia que permanece. Cada oración que levantamos delante del trono de gracia será escuchada por nuestro Abba, quien la hará germinar en su tiempo.
Señor, gracias por revelarnos Tu corazón en la oración de Juan 17. Enséñanos a orar como Jesús: con amor que no se rinde, con visión que mira más allá de lo inmediato y con perseverancia que no se detiene. Que nuestras familias permanezcan unidas, firmes y llenas de Tu gloria, para que el mundo crea que Tú nos enviaste.
Paulina Rodriguez
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