"Él irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de
los padres a los hijos, y a los desobedientes a la sabiduría de los justos, a fin de preparar al
Señor un pueblo bien dispuesto."
– Lucas 1:17 (RVR1960)"
Durante este tiempo de ayuno, Dios ha hablado profundamente a través de Lucas 1:17.
Este pasaje sirve como un poderoso recordatorio de la visión de reunir a las familias en
adoración, arrepentimiento y acción. Es un llamado inspirador a preparar el camino para
el Señor, fomentando un avivamiento generacional donde las relaciones se restauran, se
mantiene el honor y la Iglesia avanza en unidad.
El ministerio de Elías lleva un mensaje vital para las familias de hoy. Malaquías 4:6
proclama: "Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos
hacia los padres; no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición." Esta reconciliación
divina no es solo un llamado individual, sino una invitación para que familias enteras
abracen la restauración. Se trata de prepararnos para el regreso de Cristo, donde cada
generación tiene un papel crucial en llevar Su gloria y mensaje a las naciones.
Este avivamiento no está destinado a una sola generación. El espíritu profético de Elías
está cayendo sobre un pueblo unido, no sólo sobre un individuo. Cuando jóvenes y
adultos se unen, reflejan la visión de Dios para su Iglesia. En 2 Reyes 6, los discípulos de
Eliseo reconocieron la necesidad de una nueva casa, mostrando su sintonía con la voz
actual de Dios en lugar de aferrarse únicamente a instrucciones pasadas. Hoy, también
debemos escuchar atentamente lo que Dios está diciendo en este tiempo.
Las generaciones más jóvenes aportan visión fresca y energía, pero necesitan la sabiduría,
guía y estabilidad de las generaciones mayores. Del mismo modo, las generaciones
mayores están llamadas a equipar, empoderar y liberar a los jóvenes para que cumplan
sus propósitos dados por Dios. Esta asociación dinámica crea una poderosa sinergia,
avanzando el reino de Dios de maneras que ninguna generación podría lograr por sí sola.
Construir juntos requiere humildad. Las familias deben honrarse mutuamente, perdonar
los errores del pasado y hablar la verdad con amor. Solo a través de esta unidad podemos
presenciar el mover poderoso del Espíritu de Dios entre nosotros. Cuando cada miembro
de la familia ocupa su lugar en el plan de Dios, los lazos entre generaciones se fortalecen,
allanando el camino para que la gloria de Dios se manifieste.
Mientras reflexionamos sobre estas verdades, abracemos esta visión en nuestros
hogares. Preparemos el camino para el Señor fomentando la unidad y la restauración
dentro de nuestras familias. La transformación comienza con nosotros: en nuestros
hogares, nuestras comunidades y nuestros corazones.
¿Te unirás a este llamado? Juntos, podemos levantarnos como familias para llevar Su
mensaje y gloria al mundo. El avivamiento comienza aquí y ahora, al unirnos entre
generaciones para cumplir el propósito de Dios.
Paulina Rodriguez
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