Contando Nuestras Bendiciones
- Paulina Rodriguez

- 17 nov
- 2 Min. de lectura
“Mi Dios eres tú, y te alabaré; Dios mío, te exaltaré. Alabad a Jehová, porque él es bueno; porque para siempre es su misericordia.”
Salmos 118:28-29
El salmista nos recuerda que la alabanza nace del reconocimiento de quién es Dios y de Su bondad constante. Él es nuestro Dios, y cuando levantamos nuestra voz en gratitud, reconocemos Su fidelidad en cada paso del camino.
Mientras nos preparamos para Thanksgiving (Acción de Gracias), y reunirnos con familia y amigos, tenemos la invitación de detenernos, mirar atrás y reconocer la fidelidad de Dios. Vivimos tan rápido que muchas veces pasamos por alto las huellas de Su amor en los detalles de cada día. Pero cuando hacemos una pausa para meditar y agradecer, algo poderoso sucede: nuestro corazón se alinea con quien Él es.
La gratitud no cambia necesariamente las circunstancias, pero sí transforma nuestro corazón dentro de ellas. Nos enseña a ver la mano de Dios obrando incluso en lo pequeño, en lo que no entendemos o parece insignificante. Agradecer en todo no significa ignorar el dolor o las pruebas, sino reconocer que Dios sigue siendo bueno, que Él no nos ha dejado y que Su propósito permanece firme.
A. W. Tozer dijo:
“La gratitud no es solo una reacción al recibir algo bueno, sino una postura del corazón que reconoce que todo viene de Dios.”
Estas palabras nos recuerdan que la gratitud va más allá de un sentimiento pasajero; es una forma de vida que reconoce la soberanía y bondad de Dios en todo momento. Es una postura en el corazón, no en las circunstancias.
Si volvemos al Salmos 118, dice: “Mi Dios eres tú, y te alabaré.”Esa declaración no depende de las circunstancias, sino del carácter inmutable de Dios. Él es digno de alabanza siempre. Por eso hoy le invito a contar sus bendiciones:
1. Escriba tres cosas por las cuales usted está agradecido este año.
2. Recuerde los momentos en que Dios le sostuvo cuando no sabía cómo seguir.
3. Piense en las personas que Él ha puesto en su camino para amarle, corregirle o fortalecerle, ser ese mentor, esa ayuda.
Cada detalle es una muestra de Su amor. Y cuando reconocemos esas bendiciones, nuestro corazón se llena de gozo y adoración.
“Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre. “Hebreos 13:15
La verdadera gratitud no se queda solo en palabras o momentos especiales del año, sino que se convierte en una forma de vida. Hebreos nos recuerda que la alabanza es un sacrificio continuo, una expresión diaria de amor hacia Dios. Agradecer es adorar. Cada vez que damos gracias, estamos ofreciendo al Padre un perfume de alabanza que sube como incienso delante de Su presencia.
Un corazón agradecido no espera circunstancias perfectas, porque conoce al Dios perfecto que sostiene todas las cosas. Así, nuestras palabras se vuelven un testimonio vivo, una ofrenda que confiesa Su nombre y refleja Su bondad.
Que cada día sea una oportunidad para levantar un canto de gratitud delante de Su trono.
Paulina Rodriguez
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