Viviendo en Gratitud
- Otto Rodriguez Ortiz
- hace 5 horas
- 3 Min. de lectura
"Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios."
Salmo 103:2
Imagina por un momento el bullicio de tu hogar: los niños corriendo entre risas y quejas, la prisa diaria que nos hace tropezar con las pequeñas cosas, como un juguete perdido o una cena que no salió como esperábamos. En medio de todo eso, es tan fácil que se escapen palabras de frustración, ¿verdad? Nos quejamos cuando las cosas no salen como soñamos, olvidando que nuestras manos ya están llenas de bendiciones. Pero Dios nos invita a algo más profundo: a tener un corazón que late con gratitud, que se detiene para recordar Su infinita bondad. No se trata solo de un “gracias” rápido; es reconocer que cada rayo de sol, cada abrazo, cada puerta abierta provienen de Sus manos amorosas. Hoy, como familia, exploremos cómo cultivar esa gratitud que transforma nuestras quejas en alabanzas.
Pensemos en el pueblo de Israel, cruzando el mar sobre tierra seca y recibiendo maná del cielo. Fueron testigos de milagros que dejan sin aliento, pero aun en el desierto murmuraban por el agua o el pan. Cada queja era como una grieta en su fe, debilitándolos. Sin embargo, cuando recordaban las maravillas de Dios esas veces en que proveyó en lo imposible, sanó lo que estaba roto o protegió lo frágil sus corazones se llenaban de fuerza y alegría. Lo mismo nos ocurre a nosotros. Enseñemos a nuestros hijos a detener el ritmo acelerado de la vida y mirar atrás: ¿Recuerdas esa provisión inesperada de este año? ¿Esa sanidad que llegó justo a tiempo? ¿Esa puerta que se abrió cuando todo parecía cerrado?Compartamos esas historias alrededor de la mesa; que fluyan como un río que refresca el alma.
La gratitud es como una llave que rompe las cadenas de la queja. No ignora los problemas sabemos que la vida no es perfecta, pero renueva nuestra visión para ver lo que Dios está tejiendo ahora, en lo cotidiano. Rompe el ciclo del descontento y abre espacio al gozo verdadero. ¿Y si probamos algo sencillo juntos? Crea un “Frasco de Gratitud” en casa: un frasco o caja decorado por todos. Cada semana, cada uno escribe en un papel algo por lo que está agradecido un dibujo de los niños también cuenta. Al final del año, reúnanse, lean esas notas como un tesoro y celebren en voz alta la fidelidad de Dios. Verás cómo esas palabras acumuladas forman un tapiz del amor constante de Él.
Ahora, detengámonos un momento para reflexionar: la gratitud no borra las tormentas, pero nos recuerda que Dios camina con nosotros en cada paso, sosteniéndonos con Su gracia. Cambia nuestra actitud desde adentro, transformando un hogar que se queja en un hogar que bendice y recuerda. Hoy decidamos ser esa familia: la que elige decir “gracias” en lugar de “¿por qué a mí?”, la que ve las maravillas de Dios en lo grande y en lo pequeño.
Aplicación práctica para nuestra familia
Hagamos de esto un hábito vivo, no solo palabras. Probemos estas ideas durante la semana:
Noche de gratitud: Al final del día, cada uno comparte tres cosas por las que da gracias. Rían, abrácense y dejen que las sonrisas se multipliquen.
Oración familiar: Reúnanse en círculo y agradezcan juntos por lo vivido. Pidan a Dios un corazón libre de queja y lleno de Su paz.
Cartel en casa: Coloquen un letrero visible que diga: “En esta familia elegimos agradecer, no quejarnos.” Que sea un recordatorio alegre para todos.
“Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.”1 Tesalonicenses 5:18
Familia, que este devocional no sea solo una lectura, sino un paso hacia un hogar lleno de gratitud. Dios está obrando en ustedes; no lo olviden.¡Bendigan Su nombre hoy con todo su ser!¿Listos para comenzar? Compartan una gratitud ahora mismo…
Daniel Rodríguez
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